Los caballeros del Trabajo, se ganaron el aprecio y el respeto de miles de personas debido a sus posturas ante la vida, a los valores que preconizaban en sus charlas y arengas (equidad, justicia, libertad), así como por el apoyo que se prestaban entre ellos y a los asalariados que estaban en apuros o caían enfermos, a los que habían sido despedidos o a los que sufrían algún tipo de sanción o castigo por parte de los empresarios. Recordemos que no existía ningún tipo de seguridad social. En los debates que acostumbraban a suscitarse en los actos y reuniones que convocaban, casi siempre destacaba un asunto: la critica a las largas jornadas de trabajo que van de 10, 12, 14 horas y en numerosas ocasiones hasta ¡más de 24 horas!, con breves descansos de media hora o una hora para echar una cabezada y reponerse. Así, tras años de penurias y abusos crecientes, en la primavera de 1886 y cumpliendo el mandato aprobado en el cuarto congreso de la Federation of Organized Trades and Labor Unions celebrado dos años antes --que precisamente en 1886 se convirtió en la AFL--, los laboristas de Chicago celebraron varias reuniones, establecieron contacto con otros colectivos y convocaron una marcha para cumplir la promesa que se autoimpusieron en 1884 y emplazar a los empresarios y a las autoridades a que a partir del 1 de mayo aceptaran que la jornada laboral ordinaria fuera de 8 horas diarias, so pena de ir a la huelga indefinida. Durante las jornadas previas al día 1, los empresarios amenazaban con despidos masivos e incluso con el cierre de fábricas; es decir, un cierre patronal que, para colmo y de forma premonitoria, en algunos casos era anunciado como paso previo a la deslocalización de la fábrica. Para sorpresa de todos --también de los propios convocantes-- a la manifestación por las 8 horas acudieron más de 75.000 personas, que marcharon por las principales calles de la ciudad anunciando la jornada laboral de 8 horas diarias. Por si fuera poco, en Chicago y sus alrededores más de 150.000 trabajadores se declararon en huelga; el impacto fue tanto que más del 30% de empresas aceptaron la jornada laboral de 8 horas para detener las movilizaciones; pasado un mes, ya habían regresado a las jornadas de 10 y más horas. Primera matanza, en la fábrica de herramientas agrícolas McCormick El día 3, August Spies pronunció un discurso ante unos 5.000 huelguistas y propuso acudir en masa a la planta industrial McCormick, para apoyar a los trabajadores de esa empresa que lleveven más de tres meses de huelga, porque el patrón había decidido restarles parte del salario para financiar la construcción de una iglesia. La empresa contrató guardias privados de seguridad y a base de esquiroles, mantenía funcionando la fábrica. Ya delante del portón de acceso a McCormick, August Spies tomó la palabra, minutos después sonó la sirena de la fábrica , señal establecida para la aparición de los golpeadores, situación que provocó una batalla campal en las puertas de la fábrica. De pronto apareció la policía y sin previo aviso, disparó contra las filas de los manifestantes, causando por lo menos medico dentenar de herido y 6 muertos. Segunda matanza, en Haymarket Square Dos horas después, varios trabajadores que publicaban un periódico de ideas libertarias autogestionarias, el Arbeiter Zeitung, difundieron la noticia por medio de volantes por toda la ciudad convocando no solo a la resistencia, sino a una gran manifestación de protesta en el parque Haymarket Square. El alcalde de Chicago, quién asumió la responsabilidad de la matanza, autorizo la manifestación, donde llegaron cerca de 25 mil trabajadores. Casi al final del mitin de protesta, cuando parecía que todos regresabana a sus casas, eran como las 9 de la noche, la policía cargó contra los aun presentes en la plaza. De la multitud salió un petardo contra la policía, causando la muerte de uno de ellos y dejando a 12 heridos; la policía disparó contra la multitud, dejando 40 muertos y doscientos cincuenta heridos. Las autoridades declararon el estado de sitio y armaron una campaña de prensa para penalizar la protesta social: "Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!." sembrando armas en los distintos locales sindicales y delos grupos de militantes anarquistas de la ciudad: dicen que encontraron hasta una fábrica clandestina de ¡torpedos submarinos! Tercera matanza, la de la Justicia El 21 de junio de ese mismo año, sin instrucción regular e incumpliendo los procedimientos procesales, 8 de los 31 detenidos fueron juzgados; cinco de ellos fueron condenados a muerte por el hecho de ser anarquistas, los otros tres, alargas cadenas en prisión. Fueron acusados de homicidio, motín, daños, y muchas otras cosas más a pesar de que algunos de ellos estaban en la tribuna cuando estalló el petardo y otro de ellos, ni siquiera había asistido al acto. por todos los delitos que usted pueda imaginar. Tres de los reos fueron condenados a largas penas de prisión y los otros cinco, a morir ahorcados.
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Parsons |
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Fisher |
Los Mártires de Chicago, así los conocemos fueron: Engel, Georg (50 años, alemán, tipógrafo), condenado a la horca; Fielden, Samuel (39 años, inglés, obrero del textil), cadena perpetua; Fischer, Adolf (30 años, alemán, periodista) a la horca; Linng, Louis (22 años, alemán, carpintero), a la horca (se suicidó en su celda antes de ser ejecutada la sentencia); Neebe, Oscar (36 años, estadounidense, agente comercial), quince años de trabajos forzados; Parsons, Albert (39 años, estadounidense, periodista), a la horca; Schwab, Michael (33 años, alemán, tipógrafo), cadena perpetua, y Spies, Auguste (31 años, alemán, periodista), a la horca,
El juicio y las condenas provocaron la indignación de la población, no solo en Estados Unidos, sino en el mundo entero, iniciándose así una campaña internacional a su favor. Tres años más tarde, el primer congreso de la Internacional Socialista, en París, decidió que todos los días 1 de mayo se conmemorara el Día de la Solidaridad Internacional --tal es la denominación original--, que más tarde pasó a denominarse Día Internacional de la Clase Trabajadora. En México, la conmemoración del primero de mayo, como día de la solidaridad Internacional se inició en 1913, cuando más de 25 mil hombres y mujeres marcharon en la ciudad de México, paralizando la producción por un día, situación que provocó la persecución posterior del entonces presidente Victoriano Huerta, situación que orillo a los militantes de la Casa del Obrero Mundial, la organizadora, a visitar el campamento de Emiliano Zapata, integrándose al Ejército Revolucionario del Sur.
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Lopez Portillo del barzo de Fidel Velázquez |
A partir de los años 20s y para retirarle su carácter subversivo de huelga nacional, el gobierno decidió establecer el 1 de mayo como día festivo y se apropió de él, mandando a sus sindicatos ligados a la CROM a marchar para dar gracias al presidente en turno. Fue aquí cuando aprecieron las chinas poblanas y los mariachis festejando "el día del Trabajo"; fue hasta los años 90s en que el movimiento independiente, que siempre se había mantenido activo, los primeros de mayo, tomó la delantera y se apropió de las calles expulsando a los sindicatos corporativos, primero a salones cerrados y después a un mitin de trabajadores y trabajadas obligadas a presentarse a un mitin en el zócalo de la ciudad, a temprana hora y con el respaldo del gobierno en turno. |