Bienvenido a la reflexión sobre historia, los movimientos sociales y la utopía.
Encontrarás en este blog, material de investigación, divulgación y reflexión sobre la historia social y las luchas que construyen y transforman este mundo por algo mejor, más justo y libre.
Textos inéditos, piratas, o muy leídos, videos, cortos y cine, que contribuyen a guardar, exponer y promover el libre pensamiento, la reflexión y la pasión por la libertad, la justicia social, la alegria y el buen vivir. KLIMT
jueves, 6 de enero de 2011
Deep Purple Machine Head Live1972 & Live Cuts from 1968 - 1976
1:34:02 -
Taped January 3, 1972 at the band's Copenhagen show. 9 songs including "Highway Star," "Strange Kind of Woman," "Child in Time," "Space Truckin'," "Fireball," "Black Night" and more.
Deep Purple Live At Montreux:
Correr de Jean Echenoz
Jean Echenoz es uno de los escritores más prestigiosos de Francia, también
uno de los más laureados. Ha ganado el Premio Europa, el Goncourt y el Medicis, con novelas como El meridiano de Greenwich, Cherokee, Lago y Me voy. Sin embargo el gran público siempre ha mantenido una distancia con él, por su hermetismo, por sus juegos metaliterarios, que algunas veces no se sabe bien a donde van.
Eso ha cambiado en los últimos años, porque su literatura se ha hecho verdaderamente popular. ¿Por qué? Por los temas que ha escogido y por la manera de acercarse a ellos. Echenoz ha apostado por contar historias de personajes famosos, haciendo literatura, transformándolas en novelas. Hace dos años publicó Ravel en la que nos acercaba a la figura del gran músico vasco en los últimos años de su vida, cuando vivía en Iparralde y viajaba esporádicamente por el mundo para recibir premios y agasajos bien ganados por su obra musical. El Maurice Ravel que nos presentaba Echenoz era un hombre enfermo y agotado, que sin embargo estaba empeñado en componer todavía su obra maestra, el Bolero. El retrato era cercano, humano, repleto de aristas sí, pero tremendamente cariñoso y cálido. La novela y el personaje enamoraban.
Y ahora se publica en castellano Correr que no es otra cosa que la biografía novelada de Emil Zátopek, el gran corredor de fondo checoslovaco que tras la II Guerra Mundial se hizo con todos los récords de la distancia, conquistó todas las medallas –fue el héroe de la Olimpiada de Helsinki- y fue imbatible durante años. Echenoz nos lo presenta antes de la guerra, cuando los alemanes han invadido Checoslovaquia y un joven Emil abandona los estudios para trabajar en una fábrica y aportar algo de dinero a su familia. Después llegará el final del conflicto, la invasión comunista y las primeras carreras, ante espectadores atónitos que no pueden creer lo que ven: un joven desarticulado que corre de manera extraña y agónica, pero que arrasa a sus rivales. El joven Emil es “fichado” inmediatamente por el ejército rojo y el régimen comunista le utilizará como arma propagandística. Él se deja hacer, porque no tiene otro remedio, porque quiere seguir corriendo, disfrutando con las carreras, y quiere seguir ganando. En el fondo, Echenoz le presenta como un hombre libre, inocente, que solo quiere vivir su vida y hacer disfrutar a la gente con sus triunfos y sus gestas.
Le invitarán a competiciones por todo el mundo, pero el régimen comunista, ante el temor a que pueda desertar, decidirá denegar todas sus salidas: solo competirá en campeonatos oficiales y bajo estricta vigilancia. Llegará un día en que el fuelle se acabará y Emil será derrotado, pero con su sonrisa en los labios, con una buena palabra para todos. Su ingreso en la vida civil será sencillo, es un héroe del pueblo. Pero habrá un momento de inflexión, la revolución de Praga, el comunismo de rostro humano. Emil se emociona como miles de checoslovacos y apoyará a Dubcek, el aperturista líder comunista, porque quiere que todo el mundo vida como se vive en el resto del mundo occidental.
Cuando la revolución es aplastada, Zátopek es represaliado. Al final tendrá que trabajar como basurero en un camión que recorre Praga. Los soviéticos nos saben lo que han hecho. Cada vez que Emil sale a la calle, miles de personas le ovacionan: es verdaderamente un héroe del pueblo. Al final le condenaron a pasar sus últimos días en un sótano perdido trabajando de archivero.
Echenoz ha escrito una obra maestra en la que las palabras parecen seguir el ritmo de las carreras de Zátopek: a veces las frases corren, otras veces se ralentizan; de vez en cuando pierden el resuello y en muchos momentos se abren para dejar que entre el aire y expanda los pulmones. Emoción, sinceridad, brillantez en el uso del lenguaje, acerados comentarios sociológicos y políticos, diversión, tristeza… Un canto al espíritu humano, a la generosidad y a la fraternidad.
Enrique Martín
uno de los más laureados. Ha ganado el Premio Europa, el Goncourt y el Medicis, con novelas como El meridiano de Greenwich, Cherokee, Lago y Me voy. Sin embargo el gran público siempre ha mantenido una distancia con él, por su hermetismo, por sus juegos metaliterarios, que algunas veces no se sabe bien a donde van.
Eso ha cambiado en los últimos años, porque su literatura se ha hecho verdaderamente popular. ¿Por qué? Por los temas que ha escogido y por la manera de acercarse a ellos. Echenoz ha apostado por contar historias de personajes famosos, haciendo literatura, transformándolas en novelas. Hace dos años publicó Ravel en la que nos acercaba a la figura del gran músico vasco en los últimos años de su vida, cuando vivía en Iparralde y viajaba esporádicamente por el mundo para recibir premios y agasajos bien ganados por su obra musical. El Maurice Ravel que nos presentaba Echenoz era un hombre enfermo y agotado, que sin embargo estaba empeñado en componer todavía su obra maestra, el Bolero. El retrato era cercano, humano, repleto de aristas sí, pero tremendamente cariñoso y cálido. La novela y el personaje enamoraban.
Y ahora se publica en castellano Correr que no es otra cosa que la biografía novelada de Emil Zátopek, el gran corredor de fondo checoslovaco que tras la II Guerra Mundial se hizo con todos los récords de la distancia, conquistó todas las medallas –fue el héroe de la Olimpiada de Helsinki- y fue imbatible durante años. Echenoz nos lo presenta antes de la guerra, cuando los alemanes han invadido Checoslovaquia y un joven Emil abandona los estudios para trabajar en una fábrica y aportar algo de dinero a su familia. Después llegará el final del conflicto, la invasión comunista y las primeras carreras, ante espectadores atónitos que no pueden creer lo que ven: un joven desarticulado que corre de manera extraña y agónica, pero que arrasa a sus rivales. El joven Emil es “fichado” inmediatamente por el ejército rojo y el régimen comunista le utilizará como arma propagandística. Él se deja hacer, porque no tiene otro remedio, porque quiere seguir corriendo, disfrutando con las carreras, y quiere seguir ganando. En el fondo, Echenoz le presenta como un hombre libre, inocente, que solo quiere vivir su vida y hacer disfrutar a la gente con sus triunfos y sus gestas.
Le invitarán a competiciones por todo el mundo, pero el régimen comunista, ante el temor a que pueda desertar, decidirá denegar todas sus salidas: solo competirá en campeonatos oficiales y bajo estricta vigilancia. Llegará un día en que el fuelle se acabará y Emil será derrotado, pero con su sonrisa en los labios, con una buena palabra para todos. Su ingreso en la vida civil será sencillo, es un héroe del pueblo. Pero habrá un momento de inflexión, la revolución de Praga, el comunismo de rostro humano. Emil se emociona como miles de checoslovacos y apoyará a Dubcek, el aperturista líder comunista, porque quiere que todo el mundo vida como se vive en el resto del mundo occidental.
Cuando la revolución es aplastada, Zátopek es represaliado. Al final tendrá que trabajar como basurero en un camión que recorre Praga. Los soviéticos nos saben lo que han hecho. Cada vez que Emil sale a la calle, miles de personas le ovacionan: es verdaderamente un héroe del pueblo. Al final le condenaron a pasar sus últimos días en un sótano perdido trabajando de archivero.
Echenoz ha escrito una obra maestra en la que las palabras parecen seguir el ritmo de las carreras de Zátopek: a veces las frases corren, otras veces se ralentizan; de vez en cuando pierden el resuello y en muchos momentos se abren para dejar que entre el aire y expanda los pulmones. Emoción, sinceridad, brillantez en el uso del lenguaje, acerados comentarios sociológicos y políticos, diversión, tristeza… Un canto al espíritu humano, a la generosidad y a la fraternidad.
Enrique Martín
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