Nosferatu, Sinfonía del Terror, dirigida por F. W. Murnau (1922)
RESEÑA
(Hombre Lobo)*
El género de terror es (como saben todos) tan antiguo como el cine, y ya las primeras películas que se proyectaron en aquel artilugio de finales del siglo XIX buscaban despertar el miedo en el espectador. El expresionismo alemán trajo sin duda grandes obras como El gabinete del Dr. Caligari (1919) o El golem (1921), pero la primera gran cinta de terror no llegaría hasta el año 1922, cuando F.W. Murnau, director que ya entonces era considerado un genio en su Alemania natal, estrenara Nosferatu (1922), una de las mayores obras del cine mudo y la primera gran película de vampiros en toda regla.
Tan famosa como la película es la historia que la rodea: es de conocimiento general que Nosferatu es una adaptación velada de Drácula, la famosa novela de Bram Stoker, pero Murnau no pudo conseguir que la viuda del escritor irlandés le cediera los derechos de adaptación (en aquella época, el cine era considerado por muchos un arte menor, y una adaptación al teatro era la máxima aspiración de cualquier libro "respetable"), por lo que se escribió el guión cambiando ligeramente la trama y sustituyendo los nombres de los personajes principales. Así tenemos la historia de un joven empleado de bienes raíces llamado Hutter, que viaja desde Bremen hasta Checoslovaquia hasta el castillo del misterioso conde Orlock, quien compra unas propiedades en la ciudad natal de Hutter con intenciones bastante siniestras. En realidad, el conde es un vampiro que trae consigo la muerte y la peste a la ciudad, devorando a sus indefensas víctimas y poniendo su ojo en la joven y bella esposa de Hutter, Helen.
Lo que hace diferente a Nosferatu de todas las demás películas de su época es la magnífica atmósfera que Murnau logra recrear con un mínimo de recursos. Cada plano, cada imagen de esta película es un asalto directo al espectador, obligándole a regodearse en ese ambiente malsano en el que se va convirtiendo toda la comunidad, asediada por el ataque de este monstruo que es como un cáncer venido de tierras lejanas a irrumpir la paz de sus habitantes. Además, a diferencia de las posteriores adaptaciones de Drácula (con Bela Lugosi y Christopher Lee a la cabeza) el vampiro no es visto como una criatura seductora, sino como un adefesio espantoso, una criatura salida directamente de una pesadilla. Esta estética generaría toda una serie de seguidores, entre los que se cuenta por supuesto la versión de Werner Herzog, a la vez remake y tributo de la cinta de Murnau. El ambiente y los recursos terroríficos de la película han sido imitados y referenciados hasta el cansancio, convirtiéndola en todo un referente cultura, homenajeado a la perfección en la que para mí es una de las mayores obras maestras de lo que llevamos de siglo: la menospreciada cinta de E. Elisas Merhige La sombra del vampiro (2000).
Eso sí, no hay que engañarse: tras más de ochenta años de su estreno es lógico darse cuenta de cómo han cambiado los valores estéticos y narrativos del cine, y para aquellos que nos hemos acostumbrado a una narrativa y a un ritmo de cierto tipo es inevitable que Nosferatu nos parezca una película difícil para el paladar cinéfago medio. Hay que señalar entonces que su principal valor hoy en día es histórico, una curiosidad cinéfila que todo gran aficionado al género de terror debería sentirse obligado a experimentar.
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http://horasdeoscuridad.blogspot.com/2006/11/resea-nosferatu-1922.html
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